El futuro que nos espera dentro de 50 años

Hacer futurismo lo interpretamos como el método de orientar el pensamiento hacia el porvenir. Pero resulta tremendamente aventurado hacer pronósticos sobre el futuro. La relación de previsiones poco acertadas registradas en los medios es extensa y parecen especialmente cómicas las hechas por personalidades relevantes dentro de su campo profesional.

Cuando pretendemos avanzar una visión global del futuro a 50, el riesgo de fantasear es inmenso. También hay que reconocer que se trata de un ejercicio de observación muy estimulante. Del esfuerzo por desvelar racionalmente el futuro sale una afinación prodigiosa para interpretar el conocido presente.

Construir en los fondos marinos o en el espacio harán habituales los materiales que hoy desconocemos

Debemos fijarnos en el modo de cómo causas y efectos se encadenan. Los cimientos de la sociedad del futuro los estamos construyendo diariamente. Con datos e intuiciones estaremos en condiciones de apreciar las líneas de ese horizonte que parece lejano. La bola de cristal está lista para revelarnos cambios de gran impacto social.

QUÉ CAMBIARÁ EN EL FUTURO

  1. La energía. Las sociedades desarrolladas son grandes consumidoras de energía. El acceso, el precio y la utilización de este recurso marcan la economía de continentes enteros. El descubrimiento de nuevas fuentes de energía y el desarrollo de energías renovables son claves para imaginar prosperidad.También se da una generación social de energía cuando el uso habitual es sustituido por otro de mayor valor añadido. Por ejemplo, el incremento de la utilización del transporte público libera grandes cantidades de energía para un mejor empleo.
  2. La distribución de la población. Las grandes ciudades siguen creciendo. Se estima que en cuando pasen 50 años, el 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades. Esta cifra es un reto que obligará a coordinar inteligentemente una gran cantidad de recursos.La reordenación de los períodos de descanso, el ocio, la vida cultural y la fisonomía de las viviendas estarán afectados por este desafío. Con la robótica quedarán limpias las perspectivas laborales de tareas rutinarias. Cada ocupación tendrá una vinculación directa con una cualidad humana difícilmente traducible en algoritmos.
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    Coches voladores, casas en la luna o mayordomos robóticos. Durante los años 50, las ensoñaciones sobre cómo sería el hombre del futuro han creado algunas de las imágenes más icónicas que se han grabado a fuego en nuestro imaginario colectivo.
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  3. Los nuevos materiales. Construir en los fondos marinos o en el espacio harán habituales los materiales que hoy desconocemos. La nanotecnología permitirá rediseñar las cualidades físicas o técnicas de cualquier materia prima.
  4. Las ciencias de la vida. Hablar de biotecnología es una manera de enumerar resultados y retos próximos a ser vencidos. La admiración y cierto miedo por el ritmo vertiginoso de estos avances son las notas dominantes en este capítulo.Quizás sea posible prolongar la vida media humana unas cuantas décadas y con calidad de vida. Esto hace añicos cualquier idea actual sobre organización social del ciclo vital del ser humano. Aquí es mejor no especular, pues todo está por ver.
  5. La inteligencia artificial. Seguramente esta sea el desarrollo más impactante e influyente en el resto de cambios citados anteriormente. Nos acostumbraremos a ver máquinas que certifiquen, como si fueran tribunales, las capacidades y habilidades humanas. Y, quién sabe, quizás tribunales compuestos por humanos premien en un futuro el talento literario de algunas máquinas.

El injerto de cierto grado de inteligencia en multitud de objetos cotidianos cambiará radicalmente la forma de entender lo que somos. Como consecuencia inmediata aparece una transformación radical en las relaciones sociales. El trato entre personas buscará diferenciarse de la habitual interacción del ser humano con máquinas. El futurismo lleva a imaginar sociedades muy flexibles, bien integradas y sutilmente jerarquizadas. Seguramente tendrán sus propios retos y preocupaciones de los que no encontramos en la actualidad sus indicios.