La tecnología artificial ayuda a medir el dolor

La innovación es la clave del futuro. La inteligencia artificial y los avances tecnológicos han conseguido logros inimaginables que afectan de manera positiva a ámbitos como la educación, el cuidado del medio ambiente o la salud. La creación de prótesis, robots o elementos punteros de asistencia a enfermos se completa ahora con otra de las investigaciones más llamativas de los últimos tiempos y que más pueden mejorar la vida de los enfermos. ¿Te imaginas poder saber lo que le pasa a alguien que no puede expresarse? ¿Medir cuantitativamente su dolor? O mejor aún… ¿sabes que alguien podrá atenderte correctamente aun cuando no puedas decirle lo que te pasa?

Inteligencia artificial para medir el dolor

Estas preguntas que pueden parecer cosa del futuro ya están comenzando a responderse gracias a un ensayo clínico llevado a cabo en hospital Psiquiátrico y el HUA de Vitoria. Para poder desarrollar la idea, se ha comenzado a grabar a personas en reposo a las que se les aplica un estímulo doloroso, registrando así sus reacciones y las microexpresiones de su rostro.

Cuando algo nos duele, aunque intentemos disimularlo, nuestra cara y nuestro cuerpo reaccionan produciendo una serie de movimientos y gestos

El motivo es que, cuando algo nos duele, aunque intentemos disimularlo, nuestra cara y nuestro cuerpo reaccionan produciendo una serie de movimientos y gestos que, aunque resultan imperceptibles en muchos casos, declaran el padecimiento. El sistema desarrollado consigue detectar estas microexpresiones de dolor y las almacena, para establecer una relación certera entre el estímulo y el dolor.

De esta manera, cuando un paciente no puede distinguir por sí mismo si está sufriendo (casos de demencia, autismo severo, etc.), los profesionales sanitarios podrán saberlo viendo una grabación y reconociendo en ella los gestos y movimientos que así lo indican gracias la inteligencia artificial. Es más, el objetivo del proyecto es conseguir medir ese dolor para así aplicar de forma certera uno u otro tratamiento o administrar una determinada cantidad de medicamento en función de la dolencia y el grado de padecimiento del enfermo.

Un avance increíblemente útil que podría significar dar respuesta, entre otros, a personas incapaces de expresar qué es exactamente lo que les pasa, como ocurre con los recién nacidos, los pacientes sedados o por algún motivo, inconscientes.

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Innovación sanitaria

Hasta el momento, conocer el dolor que siente un paciente pasa por tener una comunicación directa con él. No obstante, la medición de este dolor por parte de los facultativos es muy difícil por varios motivos. Uno es que hay multitud de personas que aunque no tengan demencia, problemas psiquiátricos o trastornos del lenguaje, no saben describir con exactitud cómo o cuánto les duele algo. La otra es que los humanos tenemos distintos umbrales del dolor y lo que para una persona puede ser liviano para otra puede resultar insoportable.

Gracias a esta tecnología, medir el dolor dejará de ser algo subjetivo para pasar a ser parte de un sistema que analiza, mide y valora el dolor del paciente y lo incorpora a su historial, permitiendo que el médico pueda tomar decisiones mucho más precisas, acertadas y efectivas sobre su dolencia.

Una vez más, la innovación tecnológica permite algo antes impensable. Unas metas hace unos años inalcanzables que en muy poco tiempo podrán mejorar la calidad de vida no solo de aquellos con capacidades motoras y expresivas, sino también de los más vulnerables. Aquellos a los que la inteligencia artificial dará voz, aunque no puedan hablar.