¿Cómo liderar un equipo de manera adecuada?

Muchos pensarán que para hacer funcionar las cosas basta con impartir órdenes que alguien más abajo en el escalafón deberá seguir luego. Es algo indudablemente correcto, pero no es suficiente. Con el objetivo de formar un equipo de trabajo que sea fuerte y cohesionado, es indispensable que entre todos sus componentes reine la confianza, la estima y la armonía.

Como si de una relación de pareja se tratase, si faltan estos elementos u otros como la comunicación y la lealtad, es verdaderamente complicado que se alcancen objetivos y resultados ambiciosos.

Es aquí, por lo tanto, donde radica la verdadera fuerza de un líder, en saber conjugar estos factores en el seno de su equipo, de tal modo que cada miembro sea llevado siempre a dar el máximo de su capacidad.

Pese a que así contado parece llevadero, a la hora de la verdad surgen miles de circunstancias que alteran el orden en el grupo de trabajo. Y es que, aunque todas las personas seamos iguales, razonamos de diversas maneras, algo positivo en dinámicas creativas como la lluvia de ideas, de donde nacen los conceptos más innovadores pero que, como líderes, debemos tener en cuenta y crear estrategias personalizadas. Para que todos estén contentos, debemos conocer bien sus necesidades y sus deseos de forma individual.

No podemos olvidar el hecho de que nuestro equipo necesitará algo fundamental: motivación. Esta característica es básica en cualquier empresa ya que, creer hasta el final y apasionarnos en nuestras tareas cotidianas, constituye el ingrediente clave de la receta del éxito.

LAS DIFERENCIAS ENTRE MANDAR Y GUIAR

Cuando te ha sido encargada la dirección de un equipo de trabajo, surgen habitualmente algunas dudas sobre el papel más óptimo a adoptar como directivo. Algunos managers están muy presentes y dictan con precisión cada acción sobre sus subordinados; otros, en cambio, prefieren supervisar y delegar. Hablamos pues de la diferencia entre mandar y guiar, dos métodos muy diferentes con los que dirigir un grupo de trabajo, personificándose en las figuras de jefe y líder, respectivamente.

Veamos los distintos modos de proceder según qué rol desempeñe la persona que lidera un equipo:

MANDAR, EL JEFE

La manera de dirigir el trabajo tiende a ser más distante y menos personal. Se encarga de distribuir las tareas dando menos libertad de acción o decisión a su equipo.

Su marcada jerarquía le confiere respeto, lo que provoca que rara vez comparta momentos de relax o de ocio con su equipo. En el  centro de sus intereses encontramos la eficiencia. Así, comenzamos a sentir una diferencia clara entre mandar y guiar: el modo en el que los miembros perciben a su superior y se relacionan con el mismo.

GUIAR, EL LÍDER

Su rol en la empresa está enfocado de una manera más horizontal en el organigrama, siendo una persona cercana y colaborativa. Utiliza frecuentemente el plural sintiéndose uno más del equipo, por lo que comparte tanto los momentos malos como los de éxito. Se apoya bastante en su plantilla buscando consejo en la búsqueda de soluciones. Si encarga una tarea, permite que sean los otros los que la saquen adelante por sí solos y les anima hasta conseguirlo.

Motiva a las personas porque es consciente de las ventajas que tiene este enfoque para la productividad, esforzándose en conocer a cada individuo del grupo para descubrir fortalezas y debilidades en pos del buen funcionamiento del trabajo en equipo. Escucha más de lo que habla y focaliza su atención en su capital humano antes que en los procesos de trabajo. Si el tipo de trabajo lo permite, es una técnica que tendrá un innegable salario emocional.