La joven ingeniera que atrae a los grandes inversores

El secreto de una idea exitosa no tiene que ver con la edad, el género o la procedencia de sus mentores. Así lo demuestra Sara, una joven ingeniera española que hoy triunfa en el extranjero. Desde que surgió su inquietud por emprender un proyecto propio, sus ideas han captado la atención de grandes inversores por todo el mundo.

Comenzó sus estudios en Madrid, con la intención inicial de convertirse en ingeniera industrial, pero pronto descubrió que su verdadera pasión era la innovación en el sector aeroespacial, y entonces decidió estudiar ingeniería aeroespacial. A lo largo de su carrera ha vivido en cuatro países. Los primeros fueron en Madrid; el último, en Nápoles. Entre medias ha pasado por Toulouse, el epicentro de la industria aeroespacial, donde cursó unas prácticas y terminó un trabajo que pronto se le quedaría corto. El año pasado, su naturaleza inquieta le llevó hasta Londres, donde hoy estudia un Máster en London Business School y trabaja para expandir sus proyectos.

DE LOS DRONES A LA ENERGÍA RENOVABLE

La primera idea con el que Ramos empezó a hacerse un nombre fue una empresa de drones. Tenía 23 años e iba a ser su trabajo de fin de carrera. De hecho, terminó siéndolo, pero no se quedaría ahí: “pensé que podía ser la última oportunidad de hacer algo que me apasiona y ejecutarlo a mí manera, antes de salir al mercado laboral”, sostiene. Obtuvo la nota máxima en su trabajo y fue galardonada con un premio de 15.000 euros por parte de su universidad para llevar a la práctica el proyecto.

Su afán por seguir innovando le llevó a presentarse al conocido hackathon Act in Space, promovido por la Agencia Espacial Europea, Airbus y el CNES, donde participaban más de 4.000 proyectos y 31 países diferentes. Este certamen pretendía encontrar soluciones para los grandes retos mundiales. Sara volvió a construir desde cero una idea radicalmente distinta a la que le hizo ganar sus primeros premios: consistía en instalar placas fotovoltaicas en parques eólicos, aplicando inteligencia artificial a datos de satélite para aumentar la precisión y el conocimiento sobre la energía que se va a generar. Lograron el primer puesto en este hackathon, lo que  le permitió obtener una beca de la que hoy disfruta en Londres.

Desde septiembre lidera su nueva empresa Greenvest, centrada en esta idea, con la que ha obtenido un crecimiento exponencial y que cuenta ya con siete ingenieros desde la Universidad de Michigan hasta ISAE-Supaero. Entre otros logros, el pasado octubre fue seleccionada como una de top 500 startups de deep tech por Hello Tomorrow.

UN FUTURO PROMETEDOR

El rápido desarrollo y progresión de esta startup no ha pasado desapercibido entre grandes organismos y empresas: la Agencia Espacial Europea, Airbus o Iberdrola son algunos de sus partners. Sus planes de futuro no son precisamente conformistas, considera que ni su edad ni la financiación de sus ideas serán el problema. “Mi mentalidad es la de pensar soluciones a problemas reales. La financiación, si la idea es buena de verdad, llegará sola”, asegura. Sara sueña con poder lanzar sus propios satélites en un futuro y seguir mejorando este proyecto o, quién sabe, crear uno nuevo que vuelva a romper el statu quo.