Las búsquedas en Internet desvelan nuestro lado más oscuro

¿Sabías que toda la gente miente, una y otra vez, en sus interacciones cotidianas con otras personas? Ya sea en persona o a través de las redes sociales, todos alteramos o maquillamos la realidad para agradar.

¡Pero existe un lugar donde todos dicen la verdad! Aunque pueda sonar como un paraíso utópico, la puerta a este mundo, en apariencia idílico, está en la inmensa mayoría de nuestros hogares.

¿Ya lo has averiguado? Se trata de Google, el buscador más famoso de Internet. Pero ¿por qué este contraste?

El sesgo de la deseabilidad social

Nos encanta quedar bien en público. Ya sea cuando viene una visita a casa, mostrándole las mejores fotos de nuestro último viaje como voluntarios para una ONG, o compartiendo una foto del plato —extremadamente saludable y bien presentado—, que degustamos en aquel restaurante de moda del fin de semana pasado.

¿Cómo es posible, pues, que mostremos una cara tan distinta a Google? La respuesta es lo que se conoce como el sesgo de deseabilidad social.

La deseabilidad social es una palabra que suele emplearse en estudios psicológicos. Está basada en la teoría de que un encuestado tratará de responder a las preguntas que se le plantee basándose en:

  1.     Lo que se entiende como socialmente correcto.
  2.     Lo que le haga quedar bien frente al encuestador.

Dos prioridades que se mantendrán en la mayoría de los casos, incluso si van en contra de las creencias o valores del encuestado. Esto, sin embargo, no se da cuando el encuestador es Google.

El nuevo oráculo que todo lo sabe

Como si del oráculo de la Antigua Roma se tratase, acudimos al buscador con nuestras preguntas, dudas y angustias más íntimas. Y lo hacemos sin tapujos de ningún tipo.

A esa conclusión ha llegado Seth Stephens-Davidowitz en su libro Todo el mundo miente. Además de escritor de opinión en el diario New York Times, Stephens-Davidowitz es profesor en The Wharton School, donde imparte sobre Big data.

No en vano, el subtítulo del libro ya nos da un avance sobre lo que podemos esperar en sus páginas: Lo que Internet y el big data pueden decirnos sobre nosotros mismos.

¿Y qué puede decirnos la moderna ciencia que analiza grandes volúmenes de información formados a partir de las cookies, esas miguitas que, a modo de pista, vamos dejando a medida que navegamos por Internet?

El lado más oculto (y oscuro) de la humanidad

Stephens-Davidowitz también es excientífico de datos de Google. Y gracias a la información estudiada ha destapado uno o, mejor dicho, varios de los lados más íntimos y truculentos de las personas.

Resumiendo, el autor del libro “Todo el mundo miente” ha descubierto, con evidencias, que la gran mayoría de la población:

  •       Es egocéntrica
  •       Es depresiva
  •       Es racista
  •       Está obsesionada con el sexo

Preguntamos más por nuestro aparato reproductor que por el resto de órganos y funciones corporales. Por género, los hombres están más obsesionados con el tamaño de sus genitales y cómo agrandarlo.

Y otro tanto les sucede a las mujeres, pero con el olor que desprenden sus partes íntimas (convencidas de que huele a pescado, vinagre, cebolla y hasta amoniaco) y cómo “arreglárselas” para mejorarlo.

De la misma manera, estudió Stephens-Davidowitz, en las pasadas elecciones de los Estados Unidos se produjo un hecho significativo. En las ciudades de población mayoritariamente negra, las búsquedas en Internet de información sobre cómo y dónde votar se desplomaron.

Esto se contraponía con las afirmaciones de los afroamericanos que, en las encuestas, aseguraban que ofrecerían un apoyo mayoritario a la candidata al partido demócrata, Hillary Clinton. Pero ¿qué fue lo que sucedió? Una flagrante victoria por parte del candidato republicano, el ahora presidente Donald Trump. ¿El motivo, una vez más? Deseabilidad social.

¿Y tú? ¿Qué le preguntas a Google?