¿Cómo será vivir en las ciudades del futuro?

¿Imaginas vivir en una gran metrópolis donde casi la mitad de su superficie está compuesta de zonas verdes? Una ciudad en la que altos rascacielos actúan como centrales solares, produciendo energía. 

Ya no es ciencia ficción. Ciudades como Songdo, en Corea del Sur, o Masdar (Emiratos Árabes Unidos) constituyen ya estos lugares casi utópicos.

La tecnología, al servicio de un futuro más sostenible con el medioambiente, no pasa solo por acciones en los ecosistemas más exóticos y protegidos. Nuestras ciudades más grandes son gigantescos focos de contaminación.

Los últimos estudios revelan que, en apenas tres décadas, las más de 30 megaciudades del planeta pasarán a ser más de 40. Se esperan aún grandes migraciones a las urbes más densamente pobladas en los próximos años.

43 gigantescas megalópolis, acogiendo a millones de personas, con sus respectivas huellas de carbono. Sin la adecuada gestión y planificación, estos lugares podrían convertirse en auténticos pozos negros de contaminación…

A menos que las convirtamos en las llamadas smart cities.

Smart cities: desde los cimientos

Algunas de estas ciudades utópicas y futuristas ya se han gestado desde sus cimientos, cuyos planos fueron diseñados teniendo en mente un objetivo primordial: sostenibilidad.

Algunos de los países más concienciados con la tarea de lograr un futuro más verde para las generaciones venideras ya se han puesto manos a la obra.

Ciudades como Songdo, en Corea del Sur, es un ejemplo de ello. Esta smart city, al noroeste de Seúl, es para muchos la ciudad más inteligente del mundo.

En Songdo, las familias más adineradas se benefician no solo de sus punteras políticas de sostenibilidad; también gozan de internet en cualquier lugar y de una excelente oferta educativa.

Algunas de las modernas tecnologías con que cuenta esta smart city incluyen semáforos y otras señales que se activan únicamente cuando detectan vehículos o pasajeros cercanos.

Algo parecido sucede en los hogares, en los cuales no hay interruptores para la luz, ni grifos para el agua, porque estos funcionan igualmente con sensores; todo esto con la idea de ahorrar. Y lo cierto es que estos adelantos—que a muchos pueden sonar tan vanguardistas como caros—, logran que vivir en Songdo sea, para sus ciudadanos, mucho más económico de lo que sería hacerlo en el barrio más prestigioso de Seúl.

Otro ejemplo de smart city nos lleva hasta el corazón del desierto de Arabia, en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos). Allí se está construyendo Masdar, cuya finalización está fechada para dentro de seis años.

En Masdar, a pesar del calor extremo, las viviendas estarían frescas todo el año y las calles —por las que solo tendrían permiso para circular vehículos eléctricos—, tendrían sombra a todas horas del día.

Otro factor destacado de la apuesta de Masdar por la sostenibilidad radica en el hecho de que no habrá ningún sistema de producción de energía o propulsión basado en combustibles fósiles —ya que esto solo contribuiría a generar más calor en un clima de temperaturas extremas.

El corazón de dicha ciudad, por añadidura, sería otra apuesta por la tecnología más vanguardista como el artífice de estas ciudades del futuro: el Gran Instituto de Investigación.

Smart cities: evolucionadas

Junto con el reto de crear smart cities para el futuro, está el de transformar las grandes urbes que ya existen. Sin embargo, algunas ya están renovándose, como Zurich o Viena.

Gracias a sus esfuerzos en esta línea, ambas ciudades se encuentran hoy día entre aquellas con una mayor calidad de vida del mundo. Proyectos como el de reducir o hacer desaparecer sus emisiones de carbono en las próximas décadas son algunos de sus ambiciosos planes para mejorar no solo el medioambiente: también la salud de las personas que viven en ellas.

No se trata de una tarea tan sencilla como la de los casos de smart cities que se han levantado como tales desde sus cimientos. Aun así, resulta obvio que lograr un planeta menos contaminado pasa, entre otros, por innovar nuestras ciudades para minimizar el impacto en la naturaleza; hasta convertirlas en auténticas smart cities, en las que nuestro ingenio, nuestra ciencia y nuestra tecnología inviertan la nociva deriva del último siglo en lo referente a emisiones contaminantes y tratamiento de residuos.