¿Qué hacemos con la basura espacial?

Las cifras de la basura espacial que existen pueden parecer exageradas; sin embargo, estas estimaciones se refieren a objetos que superan un milímetro de tamaño y que, aun siendo teóricamente pequeños, suponen un peligro constante de colisión, ya que en el espacio incluso las partículas más pequeñas pueden ser peligrosas debido a la elevada velocidad que adquieren. Representan una amenaza real para satélites en funcionamiento, estaciones espaciales o cohetes. Un solo fragmento de un centímetro podría perforar los escudos de la Estación Espacial Internacional (ISS). Además, un pedazo de tan solo un milímetro destruiría subsistemas satelitales produciendo una fragmentación catastrófica.

Problemas de espacio

Nadie sabe qué hacer con los desechos espaciales más allá de prestarles atención y de mantenerlos en seguimiento. Las agencias espaciales monitorizan constantemente la situación de más de 23.000 objetos en órbitas bajas geoestacionarias para anticiparse a posibles colisiones. Estos objetos preocupan especialmente, ya que su tamaño es aproximadamente el de una pelota de tenis. Aunque cualquier objeto de más de un milímetro puede provocar daños, los objetos más pequeños son básicamente imposibles de seguir en la órbita terrestre. 

Hay otros 8.700 objetos de fabricación humana cuya pista se está siguiendo en órbita, de los cuales solo entre 600 y 700 son satélites operacionales. La chatarra espacial abarca desde nanopartículas hasta satélites enteros, como el Envisat de la Agencia Espacial Europea, que es del tamaño de un autobús de dos pisos y encabeza todas las listas de objetos preocupantes.

Los investigadores advierten de que la cantidad sin catalogar que hay navegando por el espacio puede superar en mucho las estimaciones estadísticas. Se pensaba que muchos objetos se desintegran totalmente al entrar en la atmósfera más densa de la Tierra. Sin embargo, en 1997 hallaron en suelo tejano partes de cohetes que demostraron que no siempre es así y que su acumulación es mucho mayor.

Crecimiento exponencial de la basura espacial

El consultor de la NASA Donald J. Kessler, que propuso una teoría de crecimiento basada en el efecto dominó y la retroalimentación positiva conocida como “Síndrome de Kessler”, sostenía que “en algún momento del futuro cercano, el volumen de basura espacial en la órbita baja terrestre será tan alto, que los objetos en órbita podrían ser impactados por los escombros. Este proceso creará aún más basura, lo que a su vez aumentará el riesgo de que otros satélites sean impactados, creándose un perjudicial círculo vicioso”. Algunos científicos lanzaron la voz de alarma de tal forma que los organismos internacionales tienen ya un conjunto de estándares y guías para evaluar si una partícula pasará lo suficientemente cerca como para realizar una maniobra evasiva o tomar otras medidas de seguridad en las misiones con tripulación.

Este crecimiento se hace notar en los accidentes provocados por los desechos como la perforación de un brazo robótico en la ISS. Los daños graves en la antena del telescopio espacial Hubble en 1997 o el choque que tuvo lugar en febrero de 2009 entre el satélite inactivo ruso “Cosmos” y una nave comercial de la empresa Iridium, que produjo una enorme cantidad de escombros.

El problema se ha puesto de manifiesto en la actualidad debido a los últimos lanzamientos masivos de satélites como los proyectos Starlink y OneWeb. Mientras surgen voces críticas hacia estos lanzamientos, una gran parte de la investigación espacial mundial busca soluciones creativas para hacer frente al problema. El debate y la innovación en este campo han llegado a colegios y universidades. Un ejemplo de ellos son los programas Innova I+D+i de Iberdrola que incorporan la temática de la basura espacial. Así, invitan a jóvenes talentos de la investigación y promoviendo el conocimiento del trabajo científico y tecnológico desarrollado en España.